Una noche chilena, un nuevo rey y un Mr. Mus sin complejos

Ayer era el Corpus Christi y anteayer el cumpleaños del Bigotes. Ayer hubo coronación y anteayer partido de fútbol. Todo extremadamente retro y de España cañí, salvo el cumple de Mr. Mus que es un jovenzuelo y... bueno, cañí sí es.

Como concurrían todos estos acontecimientos y además era fiesta laboral en Madrid, hoy es algo así como una especie de lunes. El miércoles la nuit convidamos a los amigos a que vinieran a casa a celebrar el musaniversario, mientras veíamos el España-Chile y degustábamos un picoteo ad hoc.

Y era ad hoc porque, aun antes de saber que lo que iba a tocar era una celebración chilena, nosotros teníamos una botella de pisco recién llegada de Chile e íbamos a preparar un pisco sour.

Así lo hicimos y lo acompañamos de un ceviche que encargamos en un restaurante del que quiero hablaros porque me encanta y unas empañadillas de choclo (maíz), además de otras cosas que no tenían nada que ver con Chile y por eso no lo cuento.

Soy un poco desastre y no hice fotos de la noche ni del pisco ni de las pajitas blancas, rojas y azules, pero el resultado de la noche ya lo sabéis. :P

Al día siguiente, yo no tenía prisa por levantarme pero el Bigotes, que se lo pasa pipa con twitter y las celebraciones, procesiones, coronaciones y en general con todo lo que acabe en 'ones', tuvo la tele puesta con la farándula monárquica desde muy pronto. Tanto es así que cuando salieron los nuevos reyes del Congreso me hizo ducharme y arreglarme a toda prisa para bajar a tuitear desde Gran Vía, hacer foto de su majestad,

y, sobre todo, coger una banderita para nuestra amiga tuitera Merybluuu y troncharnos con el panorama general (al loro con el señor con la bandera en la gorra verde).

Veinte minutos después, nosotros estábamos ya en casa, las banderas en el contenedor de reciclaje y Merybluu contenta, jajaja. Esperamos a que vinieran los Papásmús, que nos invitaban a comer por ahí...

Este vermú ya ha salido antes en este blog, porque comimos en La Carmencita, un restaurante al que es la segunda vez que vamos y del que confirmo todo lo dicho ya antes: que me encanta. Esta vez repetimos platos y probamos otros nuevos, como el San Martín, un pescado que no conocíamos y que definieron como un gallo salvaje...



 Eso sí, quedé tan harta que no he podido comer nada más hasta esta mañana con sensación de lunes.