Palomica, palomicaaaaaaa...

Este fin de semana he ido dos veces al cine a ver dos cosas muy distintas.

El viernes, como os dije, vi Mud, de la que esperaba más de lo que obtuve y de la que, no sé decir el motivo, salí algo desencantada. La peli está bien y no se me hizo larga ni me pareció mala ni..., pero no salí fascinada y lo que más me gustó fue el inglés con acento de Arkansas que hablaban los personajes.

El domingo vimos Llévame a la luna, una comedia francesa y tontorrona que elegimos por descarte al haber visto ya todo lo que hay en cartelera y que verdaderamente nos llamaba. Recordaba la opinión que dió Cristina Marple y bueno, no nos apetecía ninguna otra cosa más compleja así que vimos ésta. Y me gustó un montón, me reí mucho y también sale un tipo que habla un francés con acento de Quebeq que culminó el fin de semana multilingüe! ;P

Pero lo que venía a contaros no era eso, sino que Mr. Mus., hace no demasiado tiempo, estando en el cine, miró al de la fila de al lado y me puso cara de cordero degollao mientras decía: "El día que vea 75 en la báscula me voy a comer unas palomitas!"

A él le salió del alma y yo me tronché, porque no comemos palomitas porque no queremos, pero el caso es que nos hemos acostumbrado a no picotear y, gracias a eso y sin proponérselo, el señor ha bajado bastantes kilos.

Pues bien. El viernes, cuando le dije que quería ir a ver Mud, se levantó del sofá y lo siguiente que oí fue un grito desde el baño, (que está en la otra ala de la casa :P): ¡Setenta y cinco cero cero¡

Felicísimo está el señor con su no-régimen

y felicísimo fue con sus palomitas.