De ensaladas muy vistosas y de pérdida de glamour

Muchas veces nos quejamos de que no se lleva lo que nos gusta y es misión imposible encontrar en las tiendas una falda azul marino, si lo que toca ese año es el negro, o un jersey granate de cuello caja, si a los gurús de la moda les ha dado por el mostaza y el cuello de pico.

Y luego, cuando el año siguiente encontramos la falda en cuestión en absolutamente todos los sitios, nos quejamos más que el anterior, porque entonces la lleva todo el mundo y te han robado la idea, porque esa idea era tuya y sólo tuya y a ti cuando te gustaba era cuando no se encontraba en ningún lado.

Este era mi pensamiento hoy, cuando he metido en la bolsa mi maravilloso tupper para ensaladas con tenedor y botecito para la salsa.

Lo compré en Pórtico hace ya muchos meses y fui fardando con él todo el invierno pasado, orgullosísima de este hallazgo de menos de dos euros y una practicidad sin par. Lo dejaba ahí, sin bolsa, en la nevera del trabajo, sólo por el disfrute que me proporcionaba oir aquello de '¿De quién es esa ensalada tan chula?'.

Este año han sacado el mismo botecito en Tiger y ya lo he visto en la mitad de los Instagram que frecuento, así que imagino que dejaré de ser la de la ensalada guay para ser la de '¿De Tiger, verdad?'...

Y estoy desolada, claro! ;P